“El que revela el secreto de otros pasa por traidor; el que revela el propio secreto pasa por imbécil”
Voltaire.
Así llamó Hugo Chávez – y con mucha razón- a Guido Alejandro Antonini Wilson, quien se había enriquecido a expensas de su gobierno corrupto y había pasado a formar parte de esa nueva clase dominante creada por la revolución bolivariana conocidos como “Boliburguesía”, y ahora les delataba en sus secretas andanzas por el cono sur, apoyando a un régimen más corrupto aún, el de los Kirchner en Argentina.
Pero en mi opinión, Antonini más que un traidor es una sobreviviente. El verdadero traidor es otro, aquel en quienes creyeron personas como: Ángela Zago, Pablo Medina, Luís Miquilena, Antonio Rojas Suárez, Joel Acosta Chirinos, Gabriel Puerta Aponte y Jesús Urdaneta Hernández, entre otros participantes de la conspiración militar del 3 y 4 de Febrero de 1992. Aquellos que pensaron que la sangre que se derramaría, perseguía el fin supremo de salvar la patria de la decadencia política y de la corrupción. Pero, fueron traicionados por su cobardía.
Como muchos venezolanos nunca creí en su revolución de pacotilla, pero millones de venezolanos sí, sobre todo los más humildes y necesitados, y ahora, la gran mayoría de ellos, después de haber olfateado la horrible pestilencia que emana del interior de este régimen, están dispuestos a pasarle factura.
El episodio del maletín de Antonini seguirá trayendo información documentada, sobre los integrantes de la cadena de corrupción y manejos dolosos de los dineros públicos, y no habrá montaje teatral, ni mucho menos fabricación de expedientes, que pueda cambiar la percepción de los venezolanos. El 2 de Diciembre de 2007 comenzó la gran revancha y el 23 de Noviembre de 2008 continuará, con una contundencia que ni los mismos opositores imaginamos.
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