Los medios de comunicación masivos juegan actualmente un papel primordial en la política en todo el mundo. La imagen de un político, constituida por su apariencia física, su verbo y su oratoria, el manejo del lenguaje no verbal, su capacidad para despertar emociones y de “acoplarse” a la experiencia social de los ciudadanos o electores, son ahora mucho más importantes para un candidato a un cargo público que su programa de gobierno e inclusive, que los resultados de su propia gestión gubernamental si la tuviere.
Hugo Chávez es el mejor ejemplo de lo anteriormente afirmado. La “forma” predomina sobre el “fondo”. Es así como vemos en cualquier encuesta que los encuestados rechazan mayoritariamente su gestión de gobierno, afirmando que la mayoría de los problemas del país se han mantenido, o peor aún, se han agravado, pero esa mala percepción del gobierno no necesariamente va paralela a su imagen.
Los medios de comunicación comenzaron a ejercer su influencia sobre los procesos sociales y políticos, e inclusive económicos, a partir de la masificación de la televisión en los años cincuenta y sesenta. En general, podríamos decir que en orden de influencia, en primer lugar está la televisión, en segundo lugar la radio y en tercer lugar se encuentra la gran prensa.
Hugo Chávez descubrió el poder de los medios de comunicación cuando en un discurso de menos de un minuto de duración se dirigió por primera vez al país, cuando fue detenido al fracasar su golpe de febrero de 1992. Después de haber estado preso en Yare por aproximadamente dos años y ser indultado, se dedicó a una campaña donde llamaba a la “abstención activa” que fracasó, y donde por supuesto lo medios de comunicación no le prestaban atención. Una vez decide hacerse candidato, los medios de comunicación le seguían a todas partes y generaron su ascenso en las encuestas. No existía programa de opinión donde no apareciera Chávez con un discurso que caló en los venezolanos, de tipo nacionalista, antipolítico y antipartidista.
Durante la campaña electoral presidencial, los dueños de los medios de comunicación del país no solamente apoyaron brindando sus espacios televisivos y radiales al candidato Chávez, sino que además lo apoyaron material y financieramente. Desde la toma de posesión en febrero de 1999 al año 2000, existió una especie de “luna de miel” entre Hugo Chávez y los medios, pues hasta ese momento el primero no había mostrado su pensamiento socialista ni su personalidad autoritaria. Una vez que Chávez comenzó a atacar la propiedad privada y a afectar los grandes intereses económicos con la primera ley habilitante, se desató la guerra.
El discurso antipartidista de Hugo Chávez había liquidado prácticamente al liderazgo político de oposición, por tal motivo, a partir de ese momento la batalla política se generó en las pantallas de televisión que eran los grandes convocantes, en los parlantes de los radios y en las primeras planas de los diarios. El discurso al final de cada marcha no tenía relevancia sino para unos pocos. Desde entonces, ante cada situación política de importancia, las partes en disputa mienten sobre los hechos, inflan las noticias, desprestigian al contrario, tergiversan la verdad y crean una “realidad paralela”.
El resultado es que el venezolano común y corriente vive dos y hasta tres realidades paralelas: la verdadera, que es la que palpa y sufre todos los días, la construida por los medios de comunicación y los políticos de oposición y la construida por los medios de comunicación del estado, el discurso de Chávez y el de los políticos que le apoyan –que es básicamente una copia al carbón del de su líder-. Por ejemplo, durante los hechos de Abril de 2002, los medios de comunicación opositores mostraban una realidad absolutamente contraria a la que mostraban los medios oficialistas y una vez que Chávez estuvo ausente del poder, los medios opositores crearon una falsa realidad de tranquilidad y de estabilidad gubernamental en el gobierno de Pedro Carmona. El trabajo informativo fue tal, que todavía la mayoría de los venezolanos no logran entender que fue lo que sucedió en realidad durante esas 48 horas.
A partir del referendum revocatorio en 2004, la guerra entre los dos bandos en disputa se trasladó de las calles y las tarimas, a los canales de televisión y a las estaciones de radio.
El raiting de las emisoras televisivas y de radio oficialistas es insignificante ante la de los medios opositores al gobierno. Conocedor del poder de penetración y de influencia de los medios en los ciudadanos, Hugo Chávez utiliza constantemente las “cadenas”, es decir, la transmisión conjunta obligatoria, para hacer llegar su mensaje. Se calcula que Chávez realiza 200 cadenas por año y al momento ha realizado más de 1550 cadenas, cada una entre 2 a 5 horas de duración.
Durante las cadenas, Chávez se mantiene permanentemente en campaña electoral, mostrando su “preocupación” por los problemas de los más necesitados, manteniendo viva cada una de las promesas de gobierno que probablemente nunca llegue a cumplir, vendiendo su imagen y lo que él considera es la mejor forma de gobierno, es decir, el socialismo, mientras lanza constantes amenazas a los dueños de los medios de comunicación, acusándolos de golpistas y ataca al capitalismo como forma de vida. Se trata de una historia de amor y odio. Chávez ama las cámaras, las luces y los micrófonos, pero odia a los periodistas y a los medios de comunicación.
Mientras el tiempo transcurre, cada uno de los bandos en disputa intenta imponer su “realidad paralela”. Esta situación ha traído dos consecuencias fundamentales en el ciudadano común: unos han optado por desarrollar una actitud crítica ante las situaciones, involucrándose profundamente en política y en economía, logrando de esta manera tener mayor claridad sobre los acontecimientos en marcha y sobre el futuro, mientras que otros simplemente se dejan llevar por la realidad paralela de su agrado y se producen conflictos y situaciones emocionales que derivan en trastornos de salud de tipo: estado de pánico, estados depresivos, trastornos del sueño y anticipación negativa, es decir, una visión muy pesimista del futuro.
La batalla por el poder se mantendrá por una rato más, mientras se reacomodan de nuevo las fuerzas políticas con las elecciones de noviembre de 2008, donde seguramente el escenario predominante serán las calles de nuevo, pero los medios de comunicación seguirán jugando un papel primordial por imponer uno u otro modelo de gobierno. Debemos estar preparados mentalmente para ello.
domingo, 21 de septiembre de 2008
LOS VENEZOLANOS Y LA REALIDAD PARALELA
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