Les juro que tratando de entender el comportamiento bizarro de Hugo Chávez me he leído todos los análisis que sobre él han escrito los psicólogos y psiquiatras, pero lo esencial de mi búsqueda quedaba siempre faltando. Investigando sobre ese punto encontré la respuesta: el problema no es que Chávez sea narcisista, megalómano, histriónico, mitómano, paranoico y pare de contar… el problema esencial es que Chávez es un sociópata y su trastorno ha sido propagado a una buena parte de la sociedad venezolana. Su trastorno social se conoce como anomia.
¿Qué es eso?
La anomia es la incapacidad que padecen ciertos individuos de vivir basándose en las normas de una sociedad. Es decir, carecen de la capacidad de respetar la estructura social o dicho de otra manera, poseen una conducta desviada irrespetando permanentemente las normas sociales.
El caldo de cultivo en una sociedad presidida por un individuo con este tipo de trastorno se da entre los grupos socioeconómicos más bajos, por la diferencia de oportunidades que en ellos se da. Las consecuencias de ello son la adopción, por parte de sus afectos, de conductas desviadas irrespetando las NORMAS, así como conductas anormales irrespetando la LEY.
Cuando se irrespetan las NORMAS las sociedades se anarquizan, por ejemplo, el irrespeto de los motorizados y conductores a las señales de tránsito o el alcoholismo -fenómeno que viene en aumento en Venezuela-, así como a discriminación por razones políticas, religiosas, étnicas y sociales. Por otra parte, el irrespeto a la ley se traduce en delitos, tales como: homicidios, robos, secuestros, corrupción administrativa, invasiones, y niveles bajos de productividad, solo por nombrar los que me llegan a la mente.
Para aquellos que se oponen, la principal consecuencia es el estrés crónico y trastornos psicológicos, al no poder adaptarse al nuevo estilo de vida de una sociedad con pérdida de las instituciones y de las leyes; discriminación política, de clase y religiosa.
Al existir en la sociedad dos grupos -los contaminados por la anomia y los no contaminados- se genera un conflicto irreconciliable de intereses. Esta es la razón fundamental por la cual, irremediablemente, dos grandes mitades de nuestra sociedad no logran entenderse y por lo cual la cohesión social no existe.
Pero el problema es más grave aún.
Ante una situación de anomia, la sociedad utiliza varios mecanismos para sobrevivir en ella, ante la imposibilidad de tener acceso a los medios para obtener sus metas -que pueden llegar a ser tan simples como obtener o conservar un empleo-, adecuando su comportamiento de distintas maneras: conformismo, adecuación a la situación anormal o rebelión (este última en distintos grados). Lamentablemente, cualquiera sea la actitud que se asuma, el daño se proyectará sobre la totalidad de la sociedad y sus integrantes.
La anomia es la base de nuestra desgracia. Nuestra sociedad está enferma y el autor del pisoteo de las normas, leyes y principios morales tiene nombre y apellido: Hugo Chávez.
No faltarán los “radicales anómicos” que aseguren que para los “opositores disociados”, Chávez es el responsable de todo lo que ocurre en Venezuela y mi respuesta ante esto es rotundamente afirmativa:
¡Así mismito es! Y aún más… Chávez será el responsable de lo que ocurra en Venezuela en los próximos cincuenta años, donde intentaremos el renacer de la patria desde sus cenizas.
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