RESUMEN DE MI VIDA PROFESIONAL Y POLÍTICA

viernes, 30 de mayo de 2008

SOY VENEZOLANO ¿por qué estoy enfermo?


Vivir en una ciudad como Caracas se ha convertido en un acto de supervivencia extrema.

Un ciudadano común de clase media que viva en cualquiera de las ciudades dormitorio aledañas como Guatire-Guarenas, Charallave o Los Altos Mirandinos, o también de la mayoría de las zonas de Caracas, debe levantarse de la cama a las 4:00 a.m. para poder llegar a su trabajo a la hora adecuada. De regreso, la hora pico le proporciona unas 2 a 3 horas de cola nuevamente para llegar a su casa pasadas las 8:00 p.m. con un tiempo superlimitado para compartir con su familia. ¡Y ni hablar de intimidades en la cama con tu pareja, porque no hay tiempo!

De ida y venida, el maratónico viaje te depara una cantidad innumerable de terribles noticias por la radio. Los más prudentes optamos por poner una musiquita relajante, cuestión que no dura mucho tiempo, ante la incertidumbre de pasar unas horas sin saber que está ocurriendo en un país donde vivimos de susto en susto.

Mientras dura el viaje, hay que ir rogando al santo de preferencia que no haya una tranca que te impida continuar, producto del los habitantes del barrio “X” que trancaron la vía para pedir agua, electricidad, vivienda, etc. O que los motorizados no sean los culpables de la tranca porque les van a aplicar una medida que no les guste, o porque se acercan como abejas al sitio de un accidente donde estuvo involucrado uno de ellos y quieran linchar al chofer del vehículo, o porque los taxistas o los choferes de transporte público protestan por el asesinato en manos del hampa de uno de los suyos.

Mientras manejamos a la velocidad de tortuga por la vía, debemos estar pendientes por todos los retrovisores de no ser asaltados pistola en mano y que te despojen del vehículo o de tus pertenencias. Y el problema no es que te maten, sino la desgracia doble que van a tener que vivir tu familia nada más para poder retirar tu cuerpo de la morgue y soportar el olor fétido de cadáveres podridos de esos lugares. ¡Ni se te ocurra dejar que el vehículo se desvíe un milímetro de su trayectoria! pues un motorizado indignado podría patearte el espejo retrovisor y dejarlo inservible. Está pendiente de la carretera para no caer en un hueco y romper el tren delantero, porque después no encontrarás el repuesto por el desabastecimiento.

Al llegar a la casa te esperan las quejas: no se consigue leche para los niños o no hay carne o pollos, el pescado está por las nubes y no se puede comprar. Mañana es el aceite, pasado las pastas, al siguiente día los huevos o la harina. El ticket de la compra del supermercado te hace salir los ojos de las órbitas por la inflación y los medicamentos suben de precios todos los días. Para colmo, te avisan que el colegio de los niños te convoca a la reunión de padres y representantes para el consabido aumento de la matrícula escolar y desde ya te imaginas como vendrá el aumento de precio de los útiles escolares.

Tratando de encontrar un ratico de relajación, intentas ver la Radio Rochela o ¿Quién quiere ser millonario?, pero Chávez te está esperando para instalarte la cadena del día. Ni corto ni perezoso pasas el canal para poder ver alguna peliculita, pero el corto tiempo del que dispones y el agotamiento no te permite ver sino apenas un pedacito y el sueño te vence. Si tratas de enterarte de lo que dice el loco de Miraflores, peor. Te tienes que calar los insultos para Uribe y Bush y las alabanzas a la guerrilla colombiana de las FARC, o como Rodríguez Chacín balbucea para explicar en que consistirá la nueva policía nacional, o como Telesur improvisó un canal de televisión en la selva para Timochenco. Para terminar de poner la torta, ves como los opositores se caen a mordiscos peleando por las candidaturas para alcaldes y gobernadores.

¡Que no se le ocurra al dueño del apartamento que habitas en llamarte ese día para informarte que te subirá la cuota! porque entonces tu sueño será absolutamente superficial pensando que habrá que hacer más sacrificios, pues ¿para dónde te vas a ir si no hay oferta de viviendas para alquiler? Sin llegar a relajarte, verás pasar las horas en el reloj en la mesita de noche, temiendo que el despertador sonará en cualquier momento. Así somnoliento, estresado y con los ojos como dos huevos fritos, te prepararás para la batalla del día siguiente.

Si Dios te dio la oportunidad de ser un empleado público, ¡prepárate! Porque el militar o el cubano que ahora tienes por jefe te está esperando para ver si llegas retrasado y formarte tu peo, o avisarte que tendrás que asistir al acto tal o cual, o al ¡Aló, Presidente! vistiendo tu camisita roja y hasta allí llegaron los planes del fin de semana.

Llega la hora de visitar al médico y se te ocurre preguntar que te pasa. Inmediatamente eres informado que tienes problemas con la tensión, el colesterol se disparó por tanto fumar, que probablemente haya problemas con las coronarias, que los nervios te están matando por el alto consumo de café para mantenerte despierto, que el problema de disfunción eréctil es culpa de todo lo anterior y no de tu edad, que tienes que tomar medicamentos para la ansiedad o para poder dormir y mientras habla, tú te imaginas como va a subir la cuenta de la farmacia.

Esa es nuestra rutina. Esa es nuestra vida desde hace 10 años. Chávez ha logrado que vivamos como a el le gusta: en medio de la anarquía total. Él es muy bondadoso y ha querido que sus compatriotas venezolanos vivamos su vida.